Tengo
la sensación de haberlo vivido.
En
el fondo del ángulo oscuro de mi memoria están los años de la segunda mitad de
la década de los cuarenta del S. XX en un pueblo silente, aunque intranquilo
por lo que les podía suceder a nuestros padres a poco que se movieran.
Eran tiempos en que nos vimos obligados a
vivir la autarquía forzada por el aislamiento del pueblo en sí y por las
circunstancias de que el Régimen era
repudiado por las instancias internacionales.
En la escuela no aprendíamos demasiado.
Los contenidos respondían a la moral impuesta por la Iglesia y la ideología
autoritaria de los gobernantes vencedores de aquella guerra que se llevó por
delante la vida y las ilusiones de media España.
Dios,
Patria, “España una, grande, libre “, Franco,
José Antonio, los rojos, los nacionales, “Por
el Imperio hacia Dios”, “Arriba
España”,…eran palabras y lemas que formaban nuestro vocabulario del
patriotismo en vez de democracia, ciudadano, elecciones, libertad, …
Si,
por ejemplo, venía el obispo al pueblo, las calles se adornaban, los pobladores
formaban filas a ambos lados de la calzada; los creyentes lo recibían con sus
estandartes; las autoridades locales salían a su encuentro,..
No.
Nosotros no celebrábamos el 1º de mayo, fiesta abolida por Franco el 12 de
abril de 1937. Ni siquiera celebrábamos la Fiesta
de San José Artesano, (Pío XII, 1955)
o sea el 1º de mayo laico coronado con un santo. Por eso, no hacíamos demostraciones gimnástico
– folclóricas de misa, brazo en alto, camisa falangista y desfiles ante las
autoridades del régimen situadas en un tablao para ver bien al pueblo. (En la
foto, fiesta de los 15 M).
Cuando llegué a la adolescencia ya era
consciente de que aquel Régimen político no era el que corresponde a un ser
humano libre y lo dije y, como desafecto, fui llamado al cuartel en aquellos
años 60 del endurecido Régimen de los 25
años de paz (25 años de paziencia).
Aquel autoritarismo obligaba a aplaudir
todas sus iniciativas. En caso contrario ya eras “comunista”; en mi pueblo no se podía ser “crítico” con el sistema; ni disconforme con lo que no te gustaba,
ni siquiera socialista; sólo comunista. ¡qué
fijación¡
El miedo nos convertía en exiliados en
nuestro propio lugar sobreviviendo equilibrando la expresión pública de nuestras
propuestas con la escasa permisividad de disentir que se nos concedía. Como
dice la cubana Wendy Guerra, “poniendo el
intermitente para la izquierda, pero doblando a la derecha”[1] y viceversa.
Entonces
se hablaba mucho de los ideales de justicia social, pero puedo dar fe que lo
que primaba era la desigualdad. A semejanza del tan denostado comunismo, la nomenklatura del Régimen era una clase
social privilegiada, formada por los vencedores y sus cachorros a los que dejan
paso, porque “la gente joven tiene que medrar
en política” (José García Buitrón, de En
Marea-Podemos, 2016, en la foto de más abajo) [2],
mientras que los que hablábamos algo éramos descalificados y condenados. A
veces, pienso que no les importábamos; que lo único que les interesaba era
mantenerse en el poder obtenido con aquella victoria de 1939.
Pasado el tiempo, año 2015, me encuentro
con un partido que a la hora de registrarlo en el Ministerio del Interior
(11.03.2014), la nueva formación política del “protagonismo ciudadano y popular”,
pone la cara de Pablo Iglesias como su símbolo sobre el nombre del
partido, decisión tomada ante la “demostración
de la debilidad de la sociedad”, según Pablo Iglesias, que necesita “líderes como yo”, estimamos nosotros que
le falta por decir.
Y
de aquí al “Pablo, Pablo, Pablo” no hay más que un paso; como ya ocurriera en
aquellos tiempos de los gritos de rigor reclamando todo el poder para el
General que ganó el Golpe de Estado del 18 de julio 36.
Al ser “La sonrisa de un país”[3], que me recuerda al José Solís Ruiz, “la
sonrisa del régimen”, nos trae una campaña se llena de sonrisas y tono
sosegado para “poder ser presidente”.
“Patria, ley orden e instituciones”[4],
dice el líder carismático, porque PODEMOS es “la fuerza política de las instituciones, de la ley y el orden”, siendo
también una formación “patriótica”,
conceptos todos ellos asociados a los conservadores autoritarios de aquellos
años en los que Primo de Rivera
decía que el Somatén «tiene por lema paz,
justicia y orden, que son los tres postulados de la verdadera democracia”.
"No hay nada por encima de la unidad cuando nos
jugamos el cambio en Galicia. Podemos estará con En Marea sea cual sea la
fórmula"[5] (Pablo Iglesias, 2016), porque nosotros
“unimos
los cuerpos en lo que nos es común para poder marchar más lejos bajo una
dirección y una cabeza” (declaraciones
de Franco al “Excelsior” mexicano, mayo de 1959) y porque lo digo yo, le
falta añadir a Pablo Iglesias para rematar el argumento, como en los regímenes
antidemocráticos y totalitarios de infeliz recuerdo.
Formas, gritos, ademanes, frases,…que me
retrotraen a mis años de la “democracia
orgánica”, que van dirigidos a los sentimientos antes que a la razón; a lo
irracional de la política antes que a objetivos electorales de votantes
razonantes.
Por eso, siempre fui beligerante
dialécticamente con Podemos y me alegré que perdiera un millón de votos el 26 J
(21 %), pensando, tal vez ingenuamente, que la gente nos hemos dado cuenta de
que apelar a los sentimientos no fortalece la democracia y que un partido de
eslóganes tan parecidos a los de nuestra época autoritaria no nos puede
conducir a un tiempo de libertad, sino todo lo contrario.
[1] El País, 16.08.2016, Pág. 25.
[2] José García Buitron, ex-senador,
dirigente de En Marea. Diario Córdoba 13.08.2016.
Medrar:
Dicho de una persona: Mejorar de fortuna aumentando sus bienes, reputación,
etc., especialmente cuando lo hace con artimañas o aprovechándose de las
circunstancias (RAE).
[3] Lema de Unidos Podemos para las
elecciones del 26 J. 2016.
[4] Exaltación que hace en un mitin
del 24 de junio de 2016.
[5] Diario Córdoba, 13.08.2016.
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