De
manos muertas a manos especuladoras
Juan
Pablo Gutiérrez García
Cronista
Oficial de Conquista
El
pasado día 8 de abril de 2016, como aperitivo inmaterial al IV Día del Cordero de Conquista
tuvimos la oportunidad de
presentar y entregar al pueblo de donde emana toda la historia la Página
10 del gran Libro de Conquista, que versa en este caso De las cuentas de fábrica y desamortización
de los bienes de su iglesia”.
Nos consideramos unos afortunados al
poder compartir con nuestros paisanos lo que hemos ido averiguando acerca de
los recursos de que dispuso la Iglesia local destinados a proveer todo aquello
que necesitaba para el culto y de cómo los perdió con una de la
Desamortizaciones que ha sufrido a lo largo de la Historia de nuestro país.
Afortunados y agradecidos por contar
con el apoyo institucional de nuestro Ayuntamiento y la Diputación Provincial
que editan el texto en una edición no venal que nos ha permitido, una vez más, regalar
un ejemplar a cada uno de los asistentes al acto de su presentación.
Afortunados y agradecidos por la
cariñosa presentación que de nuestra persona y de nuestra obra hace nuestro
alcalde, Francisco Buenestado Santiago¸
que, comprometido con la Cultura, siempre acoge favorablemente cuantos
proyectos le presenta este Cronista.
Afortunados y agradecidos por las
palabras llenas de afecto que nos dirigió nuestro compañero cronista José Merino García con el cual tantas
horas de charla y búsqueda de datos hemos compartido.
Abrió el acto el Sr. Alcalde con su
sobriedad y sinceridad a que nos tiene acostumbrados, dando inmediatamente la
palabra al cronista José Merino, quien
dijo:
“Un
año más me cabe la fortuna de ser el peón de confianza del amigo querido, caso
de Juan Gutiérrez, a la hora de presentar una vez más su libro.
Nada más agradable, como
a su vez reconfortante, que estar junto al amigo que quieres y, como diría
Ramón de Zubiría: “Amigos y nada más, el resto, la selva”.
Y como ahora, en el caso
que nos ocupa, el amigo es Juan Gutiérrez, el gozo es tremendo. Paul Moruriat,
el genial músico francés, decía que al amigo se le dedican los mejores compases
y tenía razón el galo.
Ahora, en mi caso, me
gustaría ser un gran narrador para poder expresar todo lo que siento; lo
describo, como diría Borges, en el lenguaje que uso en la cocina de mi casa y
seguro que todos me entenderéis.
Tienen ustedes, amigos
lectores, una vez más –y ya son varios- ese documento de papel en que las
estadísticas florecen de forma admirable.
Todos los datos habidos
y por haber quedan reflejados en este libro que en apretada síntesis recoge los
acontecimientos más importantes de la historia de la Iglesia de Conquista.
Juan Gutiérrez,
estudioso como Cronista Oficial de Conquista en esta materia y en cualquier
otro evento, incluye en este libro citas, anécdotas, frases que pudieron
existir y que hasta que no nos adentramos en el libro no creíamos posible
existieran.
De Juan Gutiérrez se han
dicho muchas cosas, razones evidentes que, por si solas, hablan de sus
vivencias, de su capacidad creativa y de su énfasis en aras de un trabajo bello
e importante.
Me maravilla, y lo digo
sin rubor, la labor que este hombre que, apasionado en todo lo que hace, le da
vida a cuanto emprende.
Van quedando pocos
“legionarios” de la investigación y mi compañero y amigo Juan lo es.
Su trabajo, difícilmente
reconocido, aporta muchos datos: la fecha, el evento y muchos más detalles que
no nos pueden pasar desapercibidos a todos los conquisteños y que, gracias a
este hombre, gozamos con placer y denuedo.
Juan investiga y tiene
una capacidad de investigación extraordinaria, esa cualidad de los hombres que
dedican sus ratos libres y los que no lo son a propagar y dar a conocer la
historia de su pueblo: Conquista.
Acto
seguido, el Sr. Alcalde nos dio la palabra para que glosáramos la Pagina 10 que nos ocupaba en esta
ocasión.
Comenzamos nuestra intervención dando las gracias a todos cuantos habían
decidido compartir con nosotros este rato de la tarde en el que íbamos a hablar de la historia de nuestro pueblo, añadiendo
a continuación:
“Gracias también a nuestro alcalde, que desde siempre ha estado
dispuesto a respaldar las iniciativas culturales que este Cronista ha tomado con
objeto de ir dejando constancia escrita del gran libro de la historia de Conquista
cuya Página
10 vamos a empezar a leer hoy.
Saludo muy cordial a mi compañero cronista José Merino con quien
disfruto hablando de Conquista, cuando no investigando su
pasado.
Les presento una nueva página del libro de Conquista. “Página 10. De las cuentas de fábrica y
desamortización de los bienes de su iglesia”.
La respuesta está en esta Página que hoy presentamos.
La portada de esta Página lleva
la Zahúrda de las Ánimas en su estado
actual.
¿Por qué la foto de la Zahúrda?
En primer lugar porque podría ser el símbolo del decaimiento poblacional
con lo que esto significa de pérdida de oportunidades de trabajo,
envejecimiento de la población,…de un pueblo que, a principios de siglo XX, año
1900 tiene 892 habitantes, que suben a 2.155 en 1950 y que a principios de
siglo XXI, ya está por debajo del
comienzo del XX, con sus 480 habitantes de hoy.
Pero, no, la imagen la he puesto porque nos recuerda cómo la Hermandad de la
Cofradía de Ánimas de esta Villa (Conquista), tiene 4 fincas, que serán desamortizadas,
en la Salcedilla, el Salobrál, Lapachar y la Fuente de los Jarotes. (Pág. 32)
¿Sabíamos el porqué de esta
portada? ¿Teníamos noticias de que la Cofradía de Ánimas tenía estas tierras?
¿Nuestros jóvenes saben llevarnos al Salobrál o la Fuente de los Jarotes?
A este respecto, tengo la sensación de que, a lo mejor sería bueno
crear en este pueblo de acogida, a veces de aluvión, una Escuela-Taller para
practicar el buceo en el mar de datos que hay por ahí desperdigados que hablan
de nuestro devenir y que, desgraciadamente, al no conservarse en el Archivo
municipal, es posible que se los lleven
las olas del tiempo hacia las playas del olvido. Y, si tal ocurriera, no
podríamos quejarnos de que los conquisteños residentes no se sientan
identificados con su pueblo, porque nada se quiere, si no se conoce.
Aunque el subtítulo es: “De las
cuentas de fábrica…”; nosotros podíamos haber puesto: “De qué han vivido los curas de
Conquista a lo largo de los siglos¸ al menos desde 1581 hasta 1855?
En Conquista, durante mucho
tiempo, este cronista al menos, se ignoró casi todo sobre las rentas de la
parroquia. Y, además, algunos de los datos que conocíamos del pasado de nuestra
Iglesia no eran datos reales, cosa que supimos cuando la imaginación y la
tradición fueron sustituidos por la documentación obtenida en los papeles de
los archivos.
Y es que con hablar no
basta. Si queremos contar la historia de nuestra Iglesia, en este caso, hay que
dejarla escrita. Si queremos entender su historia hay que acceder a las fuentes
documentales: cartas, inventarios, registros,…para que nuestros saberes no sean
suposiciones o meras especulaciones, cuando no, simples mentiras.
Esta Página habla de la “Fabrica de Iglesia (que) es
el conjunto de recursos económicos que destina la Iglesia a proveer todo
aquello que es necesario para el culto: celebración, ornamentos, personal; para
el mantenimiento de edificios: infraestructura y utensilios para la ampliación
de los mismos: nuevas obras o mejoras y reformas importantes de las ya
existentes.”[1].
Con esta “Página 10” nos vamos a acercar
desapasionadamente al tema, para el caso de nuestro pueblo, mediante el
abordaje de las cuentas de fábrica, los
bienes de la Iglesia y su desamortización desde 1627 (Página 10) a 1861
(Página 92), doscientos años de historia de nuestra iglesia en nuestro pueblo.
No vamos a hacer un
análisis formal de las Quentas de fábrica
de la iglesia local, pues, como venimos diciendo en “Páginas” anteriores, nosotros solo somos un humilde cronista que
recoge documentos, los transcribe y los da al lector…y que él saque
conclusiones, si bien sería muy bueno que algún historiador conquisteño
llevara a cabo estudios sistemáticos, por ejemplo, sobre la evolución de las
rentas parroquiales hasta su pérdida en la Desamortización de Madoz.
El primer subtítulo que
se me ocurrió para esta Página 10 fue
“De
manos muertas a manos especuladoras”
Con este subtítulo queríamos expresar el reconocimiento explícito de
que con las desamortizaciones de todos los tiempos las tierras cambian de
manos, sí, pero a las de los terratenientes seglares que, dueños del capital,
se hacen con las fincas desamortizadas agrandando sus latifundios y/o creando
otros nuevos que tampoco se ponen a pleno rendimiento.
En 1855, los terrenos eclesiales ocupan en nuestro pueblo
283,1 has repartidas en 28 fincas dedicadas a labor (27 de ellas = 280,4 has) y
una (2,7 has) a viñedos. Estas fincas están repartidas por todo el término: el
Lanchal, San Benitero, Vega de los Charcos, Pozo de Sebastián García… (Pág.
175). Topónimos que me gustaría me ayudaran a localizar porque yo tampoco sé
dónde están estos sitios que señalo. Fincas que fueron objeto de
desamortización durante el periodo 1855-1900 con lo que el clero perdió el 100
% de sus pertenencias.
La desamortización, como digo, llega a nuestro pueblo con el ministro
Pascual Madoz Ibáñez que pone en marcha la Ley Desamortizadora General Civil
y Eclesiástica de 1 de mayo 1855 y otras disposiciones posteriores para “hacer
desaparecer, si es posible, los bienes de manos muertas; dar impulso á las
ventas (…) y con (ello
contribuir) al desarrollo de la riqueza, base firmísima de libertad y de
ventura para la nación española (…)”.
Pero como la especulación es
moneda corriente, los adinerados son los que se hacen con las tierras que hasta
ahora podían disfrutar los vecinos al ser de propios o del común o de manos muertas y, con ello, la ruina
de los campesinos y el aumento y consagración de los latifundios, sin que esto
supusiera, que quedara conjugada la Deuda pública con los 519 millones de
reales conseguidos con la desamortización civil y los 1.406, de la
eclesiástica, hasta 1856, fecha en que la reimplantación del conservadurismo
ralentiza radicalmente el devenir de la desamortización, aunque la venta de
bienes continúe hasta 1868.
Hemos de hacer constar que,
en Conquista,
la desamortización fue eminentemente de los bienes de la Iglesia, si bien
también, en 1890, se vendió la casa-posada procedente del Estado (…), “aplicando las leyes de 1º de mayo de 1855 y
11 de julio de 1856; casa que, precisamente, es adquirida por uno de mis abuelos:
Francisco García Copado y que hoy es
propiedad de nuestro paisano y amigo José Redondo Valverde.
Los compradores de las
tierras desamortizadas en Conquista
fueron tres naturales del pueblo:
uno de ellos adquirió un total de 2,4 has y dos compradores se quedaron con
33,1 has. El resto de las has fueron adquiridas por forasteros. Del pueblo es,
por ejemplo, Tomás Cabrera que subasta
por una haza en el Barrial de las Viñas o Félix Jiménez que lo hace con una en
San Benitero, mientras que Rafael de
Parias que compra una finca en las Zorreras, es de Córdoba o Doroteo Cabrera
que se queda con una en Cañada la Pila es de Pozoblanco (Página 177).
Como consecuencia de las
desamortizaciones la iglesia pierde muchísimas de aquellas tierras de manos muertas”. Esto trajo, como
consecuencia, un cambio en las relaciones económicas Iglesia-Estado
confesional, como casi siempre lo ha sido el Estado español.
Por eso, en todas las
épocas, incluida la actual, el Estado
contribuye al sostenimiento de la Iglesia, intentando así subsanar los
perjuicios que le había ocasionado con la Desamortización.
No obstante, la Iglesia ahora
casi, y digo casi, vive de sus estipendios.
Corriendo los años 60, fue cuando la gente, y no solo
los no creyentes o no practicantes, empezamos a comentar cómo las diferencias
clasistas de la sociedad se mantienen en el seno de la Iglesia, donde hay misas
de ricos y pobre; entierros de tres capas o roquete; bautizos con pompa o con
decoro, simplemente.
El clero percibe este
descontento y, en consecuencia, decide atajar este modelo eclesial que, al fin
y al cabo, ponía en entredicho la fraternidad y la igualdad de los llamados Hijos de Dios.
Así, pues, la pastoral
diocesana acepta de buen grado “trabajar
con prudencia y caridad, a fin de que en las acciones litúrgicas y,
especialmente, en la celebración de la misa y administración de los sacramentos
y sacramentales, aparezca incluso al exterior la igualdad de los fieles y se
evite además toda apariencia de lucro”[2].
Por tanto, en
consonancia con lo acordado además por los obispos del sur[3],
la iglesia diocesana de Córdoba empieza a eliminar de sus prácticas litúrgicas
aquellos signos de discriminación de sus fieles por razón de estatus
socio-económico, que estaban siendo cuestionados por los fieles creyentes.
Una de las primeras
decisiones adoptadas consistieron en la eliminación de los aranceles
obligatorios a pagar por los servicios religiosos prestados, sin anular, por
supuesto, la obligación que tienen los creyentes de “ayudar a la Iglesia en sus necesidades[4]”
porque “los que al altar sirven, del altar han de comer”[5], como
dice San Pablo a los Corintios.
Os invito a que os
llevéis una nueva Página de Conquista; sabed que no es una novela; es un
compendio de documentos que explican con qué recursos ha contado la iglesia
local para el mantenimiento del culto; cuándo y cómo perdió sus numerosas
fincas, quienes las compraron, y os explicaréis algunas de las conductas que
tenemos en nuestras relaciones con el estamento eclesial.
Por eso, es un libro de
consulta, no para leerlo como un cuento. Es un libro-documento con las fechas,
los dineros, la administración,…de los bienes de la iglesia por parte de los
rectores que ya dimos a conocer en la Página 9 de nuestro pueblo.
Por mi parte, estoy
seguro de que la historia nos absolverá por atrevernos a hacer pública nuestra
historia desde los documentos y no desde la tradición oral tan sujeta a errores
e interpretaciones no siempre hechas con la debida buena voluntad.
Muchas gracias. Y si
queréis podemos charlar un rato sobre nuestro pueblo. A ello os invito. Y me
gustaría mucho hacerlo, de verdad”.
Conquista, 8 de abril de
2016.
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