Arriba la España de todos
El
franquismo utilizaba el lema “¡Arriba
España!” como si con estas dos palabras se pudiera expresar
comprensiblemente lo que pensaban hacer con España.
Lo
recordamos en las cartas que, en los primeros tiempos, se fechaban añadiendo la
coletilla: I, II Año Triunfal o Año de la Victoria.
El
“Arriba España” lo recordamos como
grito obligatorio al terminar los actos políticos y/o sociales con tufillo
falangista.
Nos
decían que era más expresivo de las aspiraciones del franquismo que el “¡Viva
España¡”, porque mirando pensando en ¡Arriba¡ nos acercábamos al Dios que nos
predicaban, al mismo tiempo que nos auto convencíamos del lugar donde queríamos
colocar a España: “¡Arriba¡, cerca de las estrellas, cerca de Dios.
Ahora
bien, en esta España no tenían/tienen cabida los rojos o personas que querían/quieren
a España tanto como cualquiera, si bien su legítimo proyecto político difiere
del propuesto por el franquismo.
Pareciera
que indignarse ante la exclusión social, no estar conforme con la injusticia
social, considerar que no es admisible la desigualdad social, pedir elecciones
libres para tener un parlamento democrático, rechazar cualquier tipo de
dictadura, respetar la ley democráticamente proclamada, …que suelen compartir los
“rojos” con cualquier demócrata de buena voluntad de cualquier tiempo y lugar
fueran conductas reprobables e inadmisibles.
En
pleno siglo XXI, aún podemos ver estos gritos: ¡Arriba España¡ y ¡rojos, no¡ en
las paredes de los fortines del barrio del Brillante de Córdoba, como si el
muro de Berlín aun no hubiera caído; como si el franquismo no fuera ya parte de
la Historia como si sólo se pudiera pensar en “azul” como intentaron durante los 40 años de plomo del pensamiento
único, que no consiguieron imponer, por cierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario