viernes, 23 de octubre de 2015



Arriba la España de todos

El franquismo utilizaba el lema “¡Arriba España!” como si con estas dos palabras se pudiera expresar comprensiblemente lo que pensaban hacer con España.
Lo recordamos en las cartas que, en los primeros tiempos, se fechaban añadiendo la coletilla: I, II Año Triunfal o Año de la Victoria.



El “Arriba España” lo recordamos como grito obligatorio al terminar los actos políticos y/o sociales con tufillo falangista.
Nos decían que era más expresivo de las aspiraciones del franquismo que el “¡Viva España¡”, porque mirando pensando en ¡Arriba¡ nos acercábamos al Dios que nos predicaban, al mismo tiempo que nos auto convencíamos del lugar donde queríamos colocar a España: “¡Arriba¡, cerca de las estrellas, cerca de Dios.
Ahora bien, en esta España no tenían/tienen cabida los rojos o personas que querían/quieren a España tanto como cualquiera, si bien su legítimo proyecto político difiere del propuesto por el franquismo.
Pareciera que indignarse ante la exclusión social, no estar conforme con la injusticia social, considerar que no es admisible la desigualdad social, pedir elecciones libres para tener un parlamento democrático, rechazar cualquier tipo de dictadura, respetar la ley democráticamente proclamada, …que suelen compartir los “rojos” con cualquier demócrata de buena voluntad de cualquier tiempo y lugar fueran conductas reprobables e inadmisibles.   

En pleno siglo XXI, aún podemos ver estos gritos: ¡Arriba España¡ y ¡rojos, no¡ en las paredes de los fortines del barrio del Brillante de Córdoba, como si el muro de Berlín aun no hubiera caído; como si el franquismo no fuera ya parte de la Historia como si sólo se pudiera pensar en “azul” como intentaron durante los 40 años de plomo del pensamiento único, que no consiguieron imponer, por cierto.

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